Qué son las mitologías para Roland Barthes: El método semiológico en el análisis de los mitos

Aquí publico una parte del  trabajo de la alumna Cristina Sánchez Arroyo de la asignatura de “Teoría del Arte Contemporáneo”, de 5º año de la Licenciatura en Bellas Artes  durante el curso 2010-2011, con la intención de que sirva a otros compañeros, tanto por su contenido de explicación del texto de Roland Barthes, Mitologías (1957), como para tener un buen ejemplo del tipo de análisis que solicitamos al abordar los comentarios de las lecturas de la asignatura. Agradezco muy sinceramente a Cristina la generosidad de permitirme la publicación de algunas partes de su trabajo.

 

El método semiológico en el análisis de los mitos

Por Cristina Sánchez Arroyo

Cuando se habla de mitos en esta obra, no se refiere a las historias relacionadas con religiones extintas. En palabras del mismo Roland Barthes, en la actualidad el mito es un habla, es decir, es un sistema de comunicación, un mensaje, sujeto a unas condiciones lingüísticas que lo caracterizan. Según esto, cualquier objeto, concepto o idea es susceptible de convertirse en mito, siempre que se den las condiciones que explicaré más adelante.

Hay que decir que los mitos no son naturales, sino que los crea el ser humano, la historia, y siempre con una intención concreta, para transmitir un determinado mensaje. Funcionan de una manera similar a las alegorías, con las que a veces se confunden. Sin embargo, los sistemas míticos son generalmente más complejos que los alegóricos.

La semiología es una ciencia de las formas, pues estudia las significaciones independientemente de su contenido. Este es un punto clave del sistema semiológico de los mitos. Barthes postula que los mitos son un sistema semiológico segundo. Explicaré esto.

Empecemos por el signo lingüístico. El signo lingüístico está compuesto por:

-        Significante: Fonema o secuencia de fonemas que, asociados con un significado, constituyen un signo lingüístico (RAE). Es decir, la forma, lo que alberga el significado. La palabra árbol, por ejemplo.

-        Significado: Contenido lingüístico de cualquier tipo de signo, condicionado por el sistema y por el contexto. En el caso de árbol, sería “planta perenne, de tronco leñoso y elevado, que se ramifica a cierta altura del suelo” (RAE).

La combinación de significante y significado componen el signo lingüístico. A esto se le llamaría un sistema semiológico primero, que se sostiene por sí solo y no procede de ningún sistema anterior. He puesto como ejemplo un sistema lingüístico porque es de los más susceptibles a albergar un sistema semiológico segundo, pero podría ser un signo gráfico o de cualquier otro tipo.

Cuando hablamos del mito como un sistema semiológico segundo nos referimos a un sistema que procede de otro sistema anterior, que generalmente se puede analizar como signo lingüístico. El mito es una especie de sistema parásito, que se adhiere a otro vaciándolo, alimentándose de su fuerza (su contenido) y teniendo entidad a partir de él.

El esquema sería el siguiente:

Lo que constituye el signo del primer sistema, se vuelve simple significante en el sistema del mito. Es decir, el signo se vaciaría de su contenido de una manera algo particular para albergar otro significado diferente y constituir un nuevo signo, el signo mítico. Esta manera particular de vaciarse consiste en que no perdería totalmente el significado anterior, sino que éste se convertiría en un eco lejano. Es exactamente como trabaja un parásito: no destruye a su huésped, sino que lo mantiene con una débil vida para poder alimentarse de él, ser el dueño. Esto es importante, se debe tener claro que el mito no oculta nada: su función es la de deformar, no la de hacer desaparecer.

Antes de extenderme más, propondré la misma nomenclatura que propone Barthes en su explicación para evitar confusiones. Como hemos visto, el significante del mito puede verse de dos maneras: como término final del sistema lingüístico o como término inicial del sistema mítico. Entonces, utilizaremos dos nombres diferentes; como término final del sistema lingüístico lo llamaremos sentido, y como término inicial del sistema mítico, lo llamaremos forma. Al significado del segundo sistema (el mítico), lo llamaremos concepto, y al tercer término, el signo del segundo sistema en el que confluyen forma y concepto, lo llamaremos significación. El esquema quedaría del siguiente modo:

Ahora pondré el mismo ejemplo que utiliza Barthes para ilustrar esto.

Imaginemos la portada de una revista, en este caso el Paris-Match. En ella aparece un joven negro vestido con uniforme francés con los ojos fijos en un punto fuera de la fotografía, haciendo el saludo militar a la bandera francesa. Éste es el sentido de la imagen (la relación entre el significante, la fisicidad de la imagen con todos sus elementos, y el significado, su explicación literal). Sin embargo, no es esto lo que yo percibo: la idea que surge en mi mente al contemplar esta imagen es que Francia es un gran imperio, que todos sus hijos sin distinción de color se conmueven y respetan su bandera, a la que sirven fielmente. Esta imagen es una firme respuesta a los detractores del colonialismo. ¿A quién defienden? ¿A los negros sometidos de las colonias? Ellos reverencian la bandera (símbolo de la nación francesa) como los que más. Aquí tenemos el concepto: la imperialidad francesa.

Así pues, tenemos una forma, anteriormente un sentido que se ha quedado en un eco, y un concepto, que juntos forman una significación, o lo que es igual, un nuevo signo dentro de un segundo sistema semiológico. Este “sistema de sistemas” tiene otra particularidad, y es que se puede apreciar cada uno de los dos sistemas (lingüístico y mítico) íntegramente, quedando uno en un segundo plano translúcido cuando fijamos la atención en el otro. Pero al igual que ninguno de ellos desaparece del todo con nuestra observación, tampoco es posible observar los dos al mismo tiempo. Y en estos casos, generalmente lo que percibimos primero es el concepto mítico, no el sentido, pues el mito tiene carácter de interpelación, parece que salta a buscar al lector (o espectador u oyente) para mostrarse.

Hay que señalar que el saber contenido en el concepto mítico tiene un carácter abierto, es decir, que pueden ser válidas varias interpretaciones. Por eso los mitos suelen ir dirigidos (cuando se crean conscientemente) a un grupo poblacional concreto, que se supone los interpretará de la manera que interesa a los creadores.

También, un significado puede tener varios significantes, en cualquiera de los dos sistemas (el lingüístico y el mítico). En el caso de los mitos, un solo concepto puede encontrar concreción en diferentes formas. Esto es importante porque permite al mitólogo descifrar el mito: la insistencia de una conducta es la que muestra su intención.

Otra característica del mito es que casi cualquier cosa puede convertirse en mito. Está claro que prefiere para instalarse las imágenes pobres, incompletas, donde el sentido está ya listo para una significación: en esto se parece al modo de construcción de la alegoría, cuya máxima expresión tradicionalmente es la ruina. La lengua, por ejemplo, se presta mucho al mito, pues es muy raro que desde el principio imponga un sentido pleno, indeformable, con lo que está abierta a interpretaciones: no es sólida.

Sin embargo, en el caso contrario, el de un sentido demasiado lleno para ser invadido, sucede algo curioso: el mito lo roba en su totalidad. El ejemplo más claro es el lenguaje matemático, un lenguaje indeformable con una sola interpretación. El mito entonces tomaría una determinada fórmula matemática (E = mc2) y la convertiría en un significante de la matematicidad.

 

Un par de ejemplos:

Mito nº4 – El escritor en vacaciones.

El análisis de este mito parte de una fotografía hecha por el periódico Le Figaro a un escritor que disfruta de sus vacaciones. En ella aparece leyendo un libro mientras navega por el río Congo.

Esta imagen responde a la perfección al mito de los escritores instalado en nuestra sociedad. Veamos el análisis.

El sentido es claro, compuesto por un significante (la fotografía con todos sus elementos) y un significado (el escritor Gide va en barco por el río Congo leyendo un libro). Por el artículo que lo acompaña sabemos que está de vacaciones. Esto es importante, pues el artículo de este modo forma parte del significante también. Suele suceder con las fotografías, que necesiten información adicional escrita para completar su significado.

Este sentido, como veremos, se convierte en la forma, el significante del sistema mítico. De esta manera acoge un nuevo concepto resumido en que el escritor no deja de serlo ni en vacaciones. El hecho de que el escritor lo sea a tiempo completo, que produzca incluso en vacaciones, es algo que se acepta como natural, relacionado con la idea que se tiene de los escritores como poseedores de un don divino, una musa que nunca descansa. La vocación no conoce el reposo. Está aceptado (desde hace relativamente poco tiempo) que las vacaciones son un derecho de todos los trabajadores, así que se reconoce al escritor este derecho también. De esta forma se reconoce la “escritura” como profesión, como trabajo que cansa y por lo tanto necesita de periodos de descanso. Sin embargo, este es un falso reconocimiento, al aceptarse con total naturalidad que éste trabaje durante las mismas. Causaría sorpresa que un trabajador de una fábrica (o una tienda) de, por ejemplo, muñecas, se dedicara a coser vestiditos mientras toma el sol en la playa. De esto se deduce que el escritor no está considerado un trabajador de verdad, por lo que es “natural” que sus vacaciones tampoco lo sean.

A lo anterior se añade otra idea aceptada acríticamente por la gente: la del “don divino” que acompaña al escritor, al creador al fin y al cabo, en todos los lugares y situaciones. Este don lo aleja del resto de la humanidad de tal manera que ni siquiera averiguar que sus gustos son de lo más normal puede acercarlo a ella. Por el contrario, lo alejan aún más: alguien a quien le guste la misma comida que a mí y tenga el mismo automóvil, pero que produce un arte que yo no soy capaz de producir, no puede ser más que un ser semidivino, tocado por los dioses. Nunca la diferencia fue tan patente.

 

Mito nº17 – Bichín entre los negros.

La revista Match ofrece la historia de un matrimonio joven de profesores que marcha a África a pintar cuadros llevando consigo a su hijo de meses, Bichín. Esta historia conmovió a la gente cuando la leyó, impresionada por la “valentía” de los padres y del niño, pues está arraigada en el “mito pequeñoburgués del negro”.

El sentido está claro de nuevo, la historia del matrimonio que va con su bebé a África a pintar cuadros. Pero la forma se llena de nuevo con otro concepto, a saber, la valentía del blanco al viajar a tierras hostiles pobladas de negros salvajes y caníbales. ¿Quién se para a pensar en la estupidez de tal empresa teniendo delante una suculenta historia sobre el contraste entre la civilización blanca occidental y la barbarie negra africana? Esta historia satisface las ansias (conscientes o inconscientes) de cuentos sobre el salvajismo de los diferentes, en este caso los negros incivilizados (que se oponen a la imagen del bárbaro domesticado, el otro lugar común de las historias de África). El heroísmo de Bichín está en el constante peligro de ser comido por los negros caníbales, algo que nunca sucede, como si el pequeño niño blanco fuera más poderoso per se que toda la crueldad y desenfreno del negro tribal. Personifica la lucha entre lo blanco y lo negro, lo puro y lo impuro, el alma y el instinto.

El hecho de que el protagonista sea este niño inocente hace que la inocencia se traslade al lector, como si pudiera ver la historia a través de los ojos infantiles: África se vuelve un espectáculo, un teatrillo, los negros no son personas sino personajes reducidos a la función de entretener al blanco occidental civilizado con sus extravagantes costumbres, que aparecen como imágenes de una película. El peligro que representan en esta historia es también un peligro teatral, sirve sólo para hablar de ello, para convertir la historia en algo más interesante y asequible a la mentalidad que concibe al negro como inferior al blanco, tanto en su sometimiento como en su libertad salvaje.

Este mito pone de manifiesto la distancia entre el conocimiento y la mitología, entre la ciencia y las representaciones colectivas, que marchan dispares a conveniencia del poder, a quien no le interesa que el conocimiento llegue a la gran masa y por ello alimenta las imágenes estereotipadas y adormecedoras de la conciencia crítica.

14 Responses to “Qué son las mitologías para Roland Barthes: El método semiológico en el análisis de los mitos”

  1. Mara Says:

    Muchas gracias por compartir! No es fácil hacer de la teoría de Barthes algo tan inteligible como ésto. :)

  2. victor Says:

    Gracias por comentarlo, y a la autora que cedió su trabajo públicamente. También a vosotras por vuestro blog.

    Saludos

  3. Fer Says:

    Muy buena explicación. Gracias.

  4. alfredo gabriel paramo Says:

    Está interesante, pero en la fotografía del primer análisis no aparece ninguna bandera, por lo que el discurso de la autora pierde sentido. Podríamos imaginar que saluda a la bandera francesa, pero también podría ser el saludo a un señor de la guerra o a una manada de elefantes.

  5. CHRISTIAN MALDONADO Says:

    Excelente articulo, me ha servido en sobremanera para entender este tema, le pase el link a toda la clase! Gracias!

  6. victor Says:

    Gracias por difundirlo Christian. Me alegro de que te sirva. Un saludo

  7. Jose Says:

    Magnífico resumen. Por favor Víctor, dale un par de besos a Cristina cuando la veas porque se los merece. Me estaba desquiciando intentado comprender el ejemplo de “pues yo me llamo león” cuando he leído esta esclarecedora explicación. Gracias a ambos, me habéis alegrado la tarde.

  8. victor Says:

    Gracias por tu comentario, Jose, espero que Cristina vea los comentarios. Un saludo.

  9. victor Says:

    Gracias por tu comentario, Jose, espero que Cristina pueda ver tu opinión aquí. Un saludo.

  10. Maria Says:

    ¡Mil gracias por esta clara explicación del epílogo (y parte teórica) de la obra de R. Barthes!
    “Mitologías” es un texto apasionante, pero con alguna complicación por lo que a su eje conceptual se refiere. Eso sí, teniendo ayudas como ésta, es mucho más fácil de comprender. Felicitaciones a la autora por adentrarse en la espesa selva de la semiología y salir airosa.

  11. Florencia Says:

    Una maravilla. Me salvaste! Muchas gracias por existir!!

  12. Laura Says:

    Muy bueno el material, me ayuda para mi exámen de Semiotica! Gracias

  13. gloria aznar Says:

    Gracias por difundir tan excelente, excelente trabajo, Felicidades a la autora

  14. Román Says:

    Muchas gracias a la autora y a la difusora, realmente mucha claridad para explicar.
    Gracias!

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