Víctor del Río
 
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Ensayos > Tecnologías alegóricas
 
 

"Tecnologías alegóricas: el arte de la interpolación", en De la revuelta a la posmodernidad (1962-1982), Madrid, MNCARS, 2011, ISBN: 978-84-8026-449-5, pp. 113-126.

Texto para la presentación de la Colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Víctor del Río

Es bien conocido el episodio en el que Kasimir Malevich diseña sus propias exequias a partir de algunas de sus obras entre las que destaca el célebre Cuadrado negro sobre fondo blanco, pintado hacia 1913 y reutilizado funerariamente en 1935. Sin embargo ese desplazamiento de los términos de una obra concebida como una síntesis extrema de los conceptos formales de la pintura, y que reaparece transfigurada en un elemento ritual, no deja de contener un radiante contrasentido para la historia del arte. Su eco resuena casi estridente para cualquier comprensión cabal de lo que había acontecido hasta entonces. Convertir en un emblema de la propia muerte lo que llegó a ser el cierre categorial de las formas pictóricas, y de toda la gramática de una tradición puesta del revés en las vanguardias, alteraba algún órgano vital del arte moderno. Aquel fundido en negro, tan cinematográfico en cierto modo, clausuraba el umbral de una historia del arte dejando atrás el imperio de las formas puras, y franqueaba la entrada a la alegoría superpuesta a los restos simbólicos de unas obras que, a pesar de completas y cerradas en sí mismas, cambiaban su significado en función de un contexto en plena transformación. De esa manera, el Cuadrado negro sobre fondo blanco se alegoriza paradójicamente cuando se convierte en símbolo del funeral que dispone el propio artista para sí mismo. En la capilla ardiente, el cuerpo sin vida de Kasimir Malevich compartía el espacio con las obras colgadas en la sala, dispuestas en una pequeña retrospectiva. De manera que, así como la forma artística se hace símbolo en relación a la presencia-ausencia del artista cadáver, el evento y su rastro documental se hacen alegoría para la historia. La pretensión simbólica deviene alegoría en un proceso que se inscribe en el archivo iconográfico de la historia al suplantar el lugar que hubieran ocupado las imágenes religiosas, aquéllas que también perdieron sus poderes simbólicos. Visto hoy, un cuadro anclado al radiador de un coche fúnebre, que pretende sugerir las esencias de la nada o la disolución en la muerte, transita involuntariamente entre lo irónico y lo solemne.

Malevich

 

   
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